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La maestra que puso a sonar a Jenesano

Con dos décadas a cuestas entregadas a la formación musical, Enith Marcela Torres llegó a Jenesano, Boyacá, para consolidar la escuela de música de este municipio. ¿Cómo Viajeros del Pentagrama la ha ayudado en ese propósito?

Enith Marcela Torres Jenesano

Por Lucy Lorena Libreros 
Periodista cultural.

A nadie le extrañó en la familia Torres que Enith Marcela, la mayor de los tres hermanos, terminara convertida en docente. Hija y sobrina de maestros, desde muy niña conoció de cerca el arte de enseñar. Y también el valor de aprender.

Poco después de terminar una de sus jornadas de trabajo en Jenesano —un pueblo montañoso de Boyacá, distante a una hora de Tunja, de casitas coloniales pintadas en blanco y verde, y tan pequeño que cabe en la mirada—, la profe Enith Marcela se recuerda a sí misma, de unos 3 o 4 años, recibiendo sus primeras clases de flauta dulce.

Su propio padre, Guillermo Torres, le servía de maestro. Era un hombre apasionado por la academia, que se ganaba la vida como profesor en Puerto Salgar, el municipio de Cundinamarca donde nació y se formó toda la familia. “En ese ambiente de maestros crecí y fui feliz”, se le escucha decir. "Mi mamá era también directora de escuela y siempre vi a mis papás estudiando, preparando clases, todo eso me influyó".

En la primaria, mientras estudiaba en la Escuela Policarpa Salavarrieta, sería también su papá quien la guiaría en su formación artística. "Y eso no es fácil: porque al ser tu padre se siente obligado a ser más exigente contigo. Pero esa exigencia me sirvió enormemente y me preparó para la docencia y para la vida".

Años después, llegaría al Conservatorio del Tolima, donde aprendió piano y flauta traversa. Al terminar el bachillerato, Enith Marcela abrazó la música para siempre: se formó en Licenciatura en Música con énfasis en Dirección.

Hoy, trabaja como directora de la Escuela de Música de Jenesano, un proyecto que beneficia a 421 estudiantes, entre los 6 y los 62 años. La mitad de ellos hacen parte de la Escuela 20 de Julio, otros viven en veredas cercanas como Baganique Alto, Piranguata, Paeces Bajo y Dulcelles. Desde que arribó al municipio, en enero pasado, el sueño de Enith Marcela ha sido integrar a distintos sectores de la población en la formación musical. Que todos en Colombia escuchen cómo suena este bello pueblo.

Enseñar música ha sido su propósito de vida en distintas escuelas del país, entre ellas las de La Estrella y San Roque, en Antioquia. Labor que le ha permitido conocer de cerca el valor de los procesos de formación en banda y orquesta sinfónica, la formación coral en niños y jóvenes y las necesidades educativas de niños con Síndrome de Down y Síndrome de Asperger.

A Jenesano llegaría con 22 años a cuestas de experiencia docente y muchos retos enfrente: organizar la metodología pedagógica de la Escuela de Música del pueblo, creada en 2009, y comenzar procesos de formación que redunden en nuevos apoyos y espacios para sus alumnos.

Y en solo seis meses ha hecho la tarea: hoy la Escuela de Música de Jenesano cuenta con un programa pedagógico consolidado, incrementó su cobertura, creó un semillero de banda sinfónica y una escuela de piano y coro y además le dio un nuevo aire a la banda fiestera que venía trabajando desde hacía años. “Mi sueño es que sean procesos que tengan continuidad para que se consoliden y con el tiempo los alumnos se presenten en eventos fuera de Jenesano, que los chicos entiendan que en un pueblo con pocas oportunidades como este, el arte puede ser también un proyecto de vida”.

En ese camino, la profe Enith se ha apoyado en herramientas como Viajeros del Pentagrama, el portal educativo para apoyar la formación musical, creado por el Ministerio de Cultura con apoyo de la Fundación Batuta y la Organización de Estados Iberoamericanos.

De cómo ha trabajado con los contenidos de nuestra plataforma y la importancia de la iniciación musical, conversamos con esta maestra.

Profe Enith, usted ha sido una gran defensora del acercamiento temprano de los niños en la música…

Ha sido casi que una causa en mi trabajo. Porque cuando un niño se acerca a la música desde muy pequeño, se despiertan en él una serie de habilidades y destrezas que lo forman para la vida. Desarrolla motricidad fina y gruesa, habilidades sociales, para la convivencia. Que después, con el tiempo, llegue a integrar una orquesta es un valor agregado. Porque todo lo demás que aprende le queda para la vida.

¿Cómo llegan a su vida como maestra los Viajeros del Pentagrama?

Conocí Viajeros del Pentagrama a través de un correo que nos llegó a varios docentes en el que explicaban la existencia de la plataforma. Me pareció interesante la metodología que proponía y actualmente la estoy utilizando con mis alumnos de primaria de la Escuela 20 de Julio, en Jenesano. Me ha servido mucho y la combino con los contenidos del Plan Nacional de Música para la Convivencia.

¿Qué contenidos le han sido especialmente útiles?

Con mis estudiantes he trabajado, gracias a Viajeros, conceptos como el ritmo; las cualidades del sonido, altura y timbre. Con ellos, mi trabajo es una mezcla de canto y juego. Todo el componente de movimiento corporal e identificación de los sonidos. Con los de quinto grado trabajamos todos los videojuegos y eso les facilita el aprendizaje. Lo que hago es revisar los contenidos antes de cada clase.

¿Ha trabajado esta herramienta con los demás docentes?

Sí, se los he compartido a mis demás compañeras docentes. Nos sentamos juntas en el computador y les voy mostrando cómo pueden sacar provecho de las herramientas para llevarlas al aula de clases. Además, en julio pasado, les dicté un taller a todos los docentes de primaria del municipio para que, con ayuda de Viajeros, aprendieran que el aprendizaje musical es transversal. Lo pueden aplicar a varias áreas: en el lenguaje, las matemáticas, la ubicación geográfica, el desarrollo social. La música permite una formación muy completa.

¿Qué siente que le aporta Viajeros del Pentagrama a la práctica docente?

Es una herramienta muy útil. Porque tú puedes saber música, pero no necesariamente saberla transmitir y en eso creo que es de gran ayuda Viajeros del Pentagrama. He conocido colegas que no son músicos de formación, pero con esta herramienta, si la saben trabajar, pueden enseñar la música sin ese requisito porque todo está muy bien explicado. Es una metodología clara y con contenidos muy fáciles de llevar al salón de clases.

¿Cómo ha sido su trabajo de formación musical en personas con limitaciones físicas y cognitivas?

La vida me fue poniendo delante de ese reto sin que yo lo buscara. Cuando llegué al municipio de La Estrella, por ejemplo, noté que la población había estado involucrada en teatro, danzas y otras artes, pero estaban ávidas de formación musical. Y dentro de esa comunidad había personas con Síndrome de Down y Síndrome de Asperger y me di cuenta que la música era como una especie de terapia para ellos. Con estas personas, el trabajo era apostar más por el juego y uno veía unos cambios maravillosos gracias a la música.

A pesar de su larga trayectoria en procesos de formación musical, ¿por qué siente que es difícil consolidar ese trabajo en las escuelas de música?

Es complicado lograr que esos procesos tengan continuidad en el tiempo y en una escuela de música los resultados comienzan a verse en mínimo dos años. Lo difícil no es enseñar o que la comunidad se entusiasme con la música. Siempre hay gente dispuesta y feliz de aprender. Lo más difícil es que muchas veces te enfrentas a alcaldes que solo se acuerdan de las bandas de música para que toquen en las fiestas del pueblo y poco les interesan los procesos, que es lo más importante.