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Los 'hijos' de Petronio Álvarez

Cerca de 300 pequeños de Cali y otras poblaciones del Pacífico Colombiano se han convertido en portadores de la tradición folclórica de esta región. Nos metimos al Petronito, el semillero detrás del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

Los "hijos" de Petronio Álvarez

Por Lucy Lorena Libreros 
Periodista cultural.

Jorge derrama sus manos negras y pequeñas sobre el cuero de un cununo; tiene 8 años y apenas si consigue levantar la vista para mirar al escenario. Siente nervios. Desde donde está ahora, sentado a horcajadas con un tambor entre las piernas y con más tres mil personas en frente suyo, el mundo debe parecerle un asunto difícil: de lo bien que agite sus palmas sobre el cuero templado dependerá la consagración, el epílogo feliz de más de un año de ensayos y sacrificios.

La escena ocurrió durante uno de los encuentros de Semilleros de Música Tradicional del Pacífico, al que todos llaman con cariño Petronito. La antesala de la fiesta que celebra en Cali la riqueza cultural de la Costa Pacífica Colombiana: El Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, que este 2018 tendrá lugar del 15 al 20 de agosto y llega a su XXII versión.

Un espacio que logra que muchos respiren aliviados. Las nuevas generaciones están haciendo la tarea: mantener vivas la oralidad, ancestralidad y riqueza folclórica de esta olvidada región del país.

Lo sabe Johanna, la mamá de Camilo Andrés Olaya, uno de los integrantes del semillero Marimbas de Santa Fe. Cinco de sus 15 años los ha dedicado a la práctica permanente de la marimba, el bombo, el cununo y el guasá. Gracias a ese proceso, se ganó un puesto para subir a la tarima del Petronio y participar del ensamble ‘Huellas Petronito’, el pasado domingo 12 de agosto.

Una suerte de ‘graduación’ en la que se presentaron 20 chicos que se despedían para siempre de su categoría por ser mayores de 14 años. Ahora, los espera una nueva etapa como jóvenes en formación para poder participar en un futuro del concurso del Petronio Álvarez.

Cuenta la orgullosa Johanna que todo empezó cuando la Junta de Acción Comunal de su barrio comenzó a desarrollar talleres de música para los niños de la comunidad. Camilo fue uno de ellos; uno de los que asistía a los ensayos, todos los sábados sin falta, y que en poco tiempo comenzó a enamorarse del sonido del currulao, la juga y el bambuco viejo.

Johanna supo convertirse en una cómplice amorosa. "En una época los talleres cesaron y a los padres nos tocó pagar por los profesores para que los niños no perdieran el proceso de aprendizaje que ya traían. Y valió la pena. Hoy Camilo prefiere la música tradicional y hasta musicaliza villancicos tradicionales con música del Pacífico. Estudia e investiga con video-tutoriales para ser cada vez mejor en la interpretación de instrumentos de la región".

Enumera otros méritos: que Camilo sea un chico ajeno a las esquinas y las pandillas que han afectado a su barrio y otros cercanos como El Rodeo, en el oriente caleño. Que salude y dé las gracias cuando corresponde. Que prefiera los ensayos a las horas ociosas en las calles. Que sea puntual y disciplinado. Y feliz cuando se presenta en centros comerciales y empresas privadas de la ciudad. Que ame el arte y piense incluso en un proyecto de vida vinculado a los instrumentos que interpreta. La música como un camino para salvarse del extravío.

Es la misma historia que viven unos 293 pequeños, entre los 5 y los 14 años, pertenecientes a 18 escuelas de semilleros. Angélica Uribe, Coordinadora del Petronito, enumera algunas: Brisas del Cauca de la Comuna 7; Mareas del Pacífico de la Comuna 21; Folclor de las Américas y Marimbas de Santa Fe de la Comuna 8; Incolballet de la Comuna 17; Canalón de la Comuna 15; Dos Aguas Cascajal del Corregimiento El Hormiguero. Casi todos, sectores donde las oportunidades escasean y los chicos pueden caer fácilmente en la violencia.

Otros llegan de sectores del Pacífico como López de Micay y Santander de Quilichao, en el Cauca; y de Buenaventura y Quibdó. Yulian Andrés Riascos es uno de ellos. Integrante entusiasta de la agrupación Frutos del Micay, subió al escenario para cantar junto a otros Petronitos este año. Con apenas 11 años, vivió la primera vez de muchas cosas: de visitar Cali, de compartir su voz ante un público numeroso y de hacer suyo el escenario del Teatro al aire libre Los Cristales, que acoge al Petronito desde hace 11 años.

Los 'hijos' de Petronio Álvarez

Su maestra María Nangly Arboleda, directora de la agrupación, estaba dichosa: después de tanto esfuerzo por mantener su semillero de niños en el municipio de López de Micay, de tantas puertas que se cerraban, logró llevar a Cali a 13 de sus 56 estudiantes para exponer su talento en el acto inaugural del Petronio Álvarez.

"Fueron muchas las peripecias para llegar; geográficamente estamos en el otro extremo; nos embarcamos hasta Buenaventura; allí buscamos acomodo para luego llegar a Cali y encontrar Los Cristales. El viaje nos costó $9 millones, y no podemos darnos el lujo de un mecato ni de salir a conocer la ciudad. Pero al llegar acá y ver todos estos niños felices porque estuvieron en tarima y fueron aplaudidos, paga cualquier esfuerzo", dice la maestra.

Desde Santander de Quilichao llegaría también el maestro Luis Carlos Ochoa dispuesto a demostrar la música que los chicos de la Fundación Colombina son capaces de hacer con flautas y chirimía. Un bello proceso que completa ya 10 años en este pueblo del norte del Cauca a través del proyecto Taller Integral de Música Caucana y Colombiana – Timca.

Entre sus alumnos, destacaba la voz dulce de Melany Morales, quien a sus 8 años no había pisado una tarima grande. "Recordé que el maestro siempre nos dice que nosotros somos los artistas y un artista tiene que mostrar seguridad y talento. Y el miedo se me quitó. Y me quedó gustando. ¿Sabe quién me baja ahora de una tarima?", se le escuchó decir a Melany.

"Esto me demuestra que los niños pequeñitos conocen el folclor, interpretan un cununo, una marimba o un guasá con la misma destreza que lo puede hacer un adulto. Ahí está el futuro del folclor del Pacífico. Comprendimos que el Petronio no solo era un evento para traer artistas, sino un espacio para cultivar el amor que los niños sienten por sus ancestros", asegura Luz Adriana Betancurt, Secretaria de Cultura de Cali.

Petronito, asegura la maestra Oliva Arboleda, es una suerte de laboratorio para la convivencia donde los niños se encuentran a través del arte. Frente a sus ojos ha pasado el crecimiento personal y musical de muchos de los niños de estos semilleros.

"Antes, a muchos de esos niños tú les ponías un currulao y no entendían de qué les hablabas. Había que entrenarles los pies, las miradas, el oído. Ya hoy entienden que para bailar una juga hay que sentir el bombo, que para zapatear como se debe el que manda es el cununo".

Angélica Uribe asegura que el principal logro de estos once años de Petronito ha sido "confirmar y preservar las tradiciones del folclor del Pacífico desde Cali. Construir patrimonio lejos del Litoral pero con la misma fuerza con que se vive allá. Convertir a los niños en actores de la preservación de ese patrimonio".

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