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Enseñar música, formar para la vida

El profesor de música Gustavo Velandia, asesor académico de nuestra estrategia de apoyo a la formación musical, explica las ventajas de acercar a los niños tempranamente a la música.

Gustavo profe

Fotografía Punta Mulata.

 

Por Lucy Lorena Libreros 
Periodista cultural.

Sin música la vida sería un error. La frase es de Nietzsche y, más de medio siglo después, sigue inspirando a muchos, entre ellos miles de docentes y padres de familia que entendieron los enormes beneficios de acercar a los niños de forma temprana a procesos de formación musical.

Uno de ellos es el profesor Gustavo Velandia, licenciado en música de la Universidad Industrial de Santander, formado en el método Suzuki, con posgrado en estudios avanzados de música y danza de la Universidad Mozarteum de Salzburgo, Austria. Es además asesor académico de nuestra estrategia de apoyo a la formación musical Viajeros del Pentagrama y protagonista de varios de los video-tutoriales que se encuentran en la plataforma web del proyecto.

Cerca de 20 años de experiencia en formación artística de niños y jóvenes, en un país como Colombia que tiene un déficit de unos 10 mil profesores de música, lo llevan a reafirmar su convencimiento de las ventajas que trae consigo el aprendizaje de esta disciplina. "Tanto en lo teórico como en lo práctico, la música ofrece a los niños muchas posibilidades de desarrollar lo intelectual y lo físico. Interpretar un instrumento, por ejemplo, conlleva al desarrollo de la motricidad gruesa o fina, dependiendo del instrumento escogido".

Asimismo, asegura el maestro Gustavo, "la lectura de partituras posibilita el desarrollo intelectual debido a su relación con otros aspectos relacionados al aprendizaje como las matemáticas y el lenguaje".

Pero los beneficios trascienden más allá del aprendizaje musical. Aprender este arte también les ayuda a los niños a desarrollar habilidades sociales y afianza su autoestima.

El profe Gustavo lo explica así: "El trabajo grupal musical tiene muchas semejanzas con la vida en sociedad a la cual los niños se van a enfrentar en su vida. Respeto por el espacio sonoro, aportes musicales desde lo individual hacia lo grupal, responsabilidad por el trabajo personal, el cual puede favorecer o perjudicar un esquema grupal, son algunas de las similitudes que encontramos desde lo musical con la vida real".

De esta forma, la práctica musical incrementa la autoconfianza y contribuye en la solución de problemas derivados por falta de autoestima, especialmente en la adolescencia. El compartir música en conciertos y ensayos, por ejemplo, refuerza en el joven la seguridad en sí mismo y brinda la posibilidad de establecer nuevas amistades y relaciones.

Un estudio del Instituto de Desarrollo Infantil de la Universidad de Minessota estableció que aquellas personas que aprendieron música en edad escolar son menos propensas a las adicciones o a comportamientos criminales. En otras palabras: tendrán una mejor calidad de vida en su vida adulta.

Está demostrado también que el aprendizaje de la música refuerza la atención y la concentración pues estimula áreas del cerebro que difícilmente se pueden estimular de otra manera. Quienes han tenido formación musical temprana desarrollan capacidades de concentración y atención superiores y una mayor voluntad para ser constantes en las actividades y proyectos del día a día.

La ciencia ha demostrado además que esta actividad incrementa la memoria y la creatividad. Al estudiar un instrumento musical se ponen en juego tres aspectos: memoria visual, memoria muscular o gestual y memoria auditiva que interactúan en un complejo proceso intelectual. Este entrenamiento cotidiano contribuye a ampliar la memoria y permite fijar los recuerdos, recientes o antiguos. Además, el estudio y escucha permanente de la música potencian la creatividad y agilidad mentales, facilitando la solución de problemas.

Gustavo Velandia destaca otra ventaja del aprendizaje musical: es transversal a otras áreas del conocimiento. "Podemos encontrar ejemplos relacionando lo musical con las matemáticas cuando se trabaja el aspecto rítmico, los pulsos y los compases; y el lenguaje, a través del uso de textos en canciones, rimas, trabalenguas y dichos, y del desarrollo rítmico, que permiten relacionar las frases del idioma con las frases musicales".

También aporta a la enseñanza de la educación física, dice, "a través del movimiento que permiten las danzas contemporáneas y folclóricas y la creación de esquemas de movimiento según la música".

Es que, la audición musical guiada estimula el desarrollo de un conjunto de capacidades motoras en los más pequeños, que se ven incrementadas una vez el niño comienza a tocar un instrumento. El estudio de un instrumento, con sus rutinas y ejercicios, ayudan a interiorizar y desarrollar una capacidad de coordinación que difícilmente se puede desarrollar de otra manera.

¿Qué consejos darles a los padres que deseen acercar a los niños a procesos musicales. "El consejo más pertinente y a la vez más sencillo es el apoyo. Apoyar a los hijos que demuestren interés en la formación musical a través de palabras de aliento, acompañamiento a ensayos grupales y adquisición (hasta donde sea posible) de materiales necesarios para el desarrollo de diferentes actividades musicales. Los niños y jóvenes deben sentir que la música posee la misma importancia que otras actividades y que merece el mismo tiempo de dedicación y práctica".

Fotografía Punta Mulata