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 ¿Cómo preparar la voz y el cuerpo para este viaje musical?

Desde algún lugar de la Vía Láctea, Mira nos cuenta una de sus aventuras junto a Labi, Doni y otros Viajeros del Pentagrama.

Hace unos meses iniciamos una aventura musical que esperamos, nos permita conectar con todo el país. En el camino hicimos una parada técnica en La Calera, un municipio al noroccidente de Bogotá. A las afueras encontramos el Liceo Campestre San Rafael y allí hicimos unos amigos que les queremos presentar. Ellos son las profesoras Claudia Cifuentes y Érika Sierra acompañadas de sus alumnos de Transición, los nuevos tripulantes del Allegro, nuestra nave espacial.

No pudimos haber llegado a un mejor lugar, en el salón de clase la profe Claudia y los niños nos contaron que su proyecto de aula es la aviación: ¡viajes, viajes, y más viajes! Si lavantábamos la mirada podíamos ver varios aviones de colores hechos en material reciclado que colgaban del techo. Estábamos tan emocionados de ver aviones, un cielo y nubes hechas de algodón, que decidimos mostrarles lo que traíamos en nuestra nave y jugar un rato.

Como es digno de todo viaje interestelar les propusimos a nuestros amigos que hiciéramos un juego dividido en diferentes estaciones. A la primera estación la llamamos "Canción sin letra", resulta que podemos hacer una infinidad de sonidos con el cuerpo, por eso la profe Claudia les cantó una canción a los niños para que ellos la repitieran, pero ojo, no podían cantarla con su voz, debían cantarla con una parte del cuerpo ¿A quién no le pasa que cuando no se sabe la letra de la canción solo sigue el ritmo con las palmas?

En “las velocidades de mi voz”, la segunda estación, estábamos listos para usar la voz después de haber cantado con el cuerpo. Iniciamos la actividad haciendo el maullido de un gato perezoso estirando los brazos hacia arriba, y nos convertimos en ambulancias humanas haciendo sonidos con las vocales u y e al mismo tiempo que girábamos las manos. Después, cantamos la canción Tongo Tongo varias veces hasta que la aprendimos, en cada intento lo hacíamos más rápido y descubrimos algo increíble: ¡el sonido tiene velocidades!

Al final, ya estábamos listos para dar un concierto, teníamos nuestra voz y cuerpo listos pero, un momento, ¡nos faltan los instrumentos! Viajeros, no hace falta tener los instrumentos musicales más sofisticados, con dos lápices y una mesa podemos hacer una batería; por eso, buscamos en el salón de clase lo que más hiciera ruido y lo llevamos afuera. Primero, organizamos los objetos que tuvieran un sonido parecido en diferentes grupos, luego, nos sentamos en un círculo y aprendimos una ronda, frase por frase, mientras tocábamos con los instrumentos. Por último, la directora de nuestra orquesta, la profe Claudia, nos indicaba hasta cuándo debíamos cantar y tocar cerrando el puño de su mano.

El concierto finalizó, era hora de partir y seguir el viaje, no sin antes agradecerles a nuestros nuevos amigos. Después de ese día aprendimos algo Viajeros, ¡la práctica hace al maestro! De hecho, poco tiempo después recibimos un mensaje desde la tierra, era de la profe Claudia, nos contó que siguió haciendo las actividades con sus estudiantes, siguen usando las canciones y cada día lo hacen mejor, ¡cuánto poder tiene la música!

Por hoy nos despedimos, les seguiremos contando de este viaje musical, ¡estén pendientes!

Saludos interesterales,
Mira.